Cuando aparecieron los libros electrónicos, su éxito fue rotundo. Poco a poco obtuvieron popularidad y, junto con los dispositivos como Kindle, revolucionaron el mercado. Inmediatez, practicidad y costos accesibles les dieron una evidente ventaja sobre los libros impresos en papel. Gigantes como Amazon aprovecharon esto y ofrecían ambas versiones de los títulos, mientras que las librerías pequeñas batallaron con la venta de copias digitales.
De hecho la dificultad de adaptarse y competir contra Amazon fue un problema que hizo cerrar a algunas cadenas de librerías y a otras tantas locales e independientes en los últimos 10 años. Sin embargo el mercado de libros electrónicos ha caído un poco, después de años en que se consideraba la posibilidad de que los libros en papel vieran un final eventual. Ahora hay un balance: The Guardian reportó que los jóvenes prefieren lo impreso y hubo un alza en ventas de impresos de un 7% el año pasado en Reino Unido. Sabemos que algunos preferimos los libros físicos, otros los electrónicos y hay a quienes no les importa, siempre y cuando puedan leer.
Incluso en los últimos meses, las ventas de libros digitales han caído, mientras que las de copias físicas se han recuperado y visto incrementos.
La comodidad de los libros digitales
No podemos discutir con la realidad: la tecnología avanza e impacta muchas, si no es que todas, las áreas de la vida humana. Por ejemplo, hoy en día escuchamos mucho sobre los retos, los peligros y los beneficios de la automatización y de la inteligencia artificial. Lo que no debemos olvidar es que el progreso y la evolución no son líneas rectas, sino modificaciones e integraciones que combinan el antes y el después, en lugar de solo sustituir todo de un día para otro.
En el caso de los libros electrónicos y los dispositivos que permiten leerlos, hay ventajas claras sobre el papel:
- Almacenamiento. Los libros ocupan muy poco espacio en memoria digital, mientras que los libros físicos se apilan en torres o llenan repisas de libreros que nos superan en estatura y nos hacen alcanzar el cielo para tomarlos y leerlos. En el mundo digital es posible cargar con una biblioteca personal en el bolsillo, lo cual es muy agradable para leer tomos enormes o para llevar libros de compañía durante los viajes. Cualquiera que haya atravesado una mudanza sabe el infierno que es cargar con decenas o centenas de libros, así como percatarse de la necesidad dolorosa de tirar o regalar algunos.
- Notas y referencias. Una de las mayores ventajas de los formatos digitales es la facilidad con la cual se pueden tomar notas, hacer referencias cruzadas y consultar al momento (si se cuenta con acceso a Internet) información sobre el libro. Claro, es un arma de doble filo: puede causar demasiadas distracciones y alentar la lectura.
- Glosarios. Similar al punto anterior, muchos aparatos permiten consultar definiciones de palabras, lo cual evita cargar con diccionarios o guardar dudas por mucho tiempo.
- Inmediatez. Una de las mayores ventajas es la posibilidad de comprar un libro en línea, descargarlo en un par de minutos y comenzar a leerlo. Incluso las mieles del comercio electrónico de libros físicos no permiten tal velocidad.
La belleza del papel
- El fetiche de lo impreso. Si bien jamás recomendaremos leer lo digital en algo que no tenga tinta electrónica, tampoco podemos ignorar las diferencias entre algo que se ve como papel y lo que realmente lo es. Para muchos, parte de la experiencia de leer un libro es pasar las páginas, sentir el papel y ver el avance con un separador, no con un indicador digital.
- Aroma. Similar al punto anterior, sobra decir lo bien que huele un libro nuevo, y el aroma particular de uno viejo.
- Librerías y bibliotecas. Hay un encanto especial que existe al navegar por libreros llenos de costas desconocidas, que solo podemos obtener en las bibliotecas y librerías. La experiencia de explorar libros viejos, en una venta de libros usados hasta encontrar algo que llame nuestra atención, es tan excitante como la de cazar por meses o años un título especial.
- Archivo personal. Los impresos permiten la formación de bibliotecas personales en las cuales poco a poco coleccionamos libros que amamos y otros tantos que recordamos con menos cariño. También facilita presentar a un amigo o familiar con un volumen que nos gustaría que leyeran. Ya sea prestado o regalado, un libro físico tiene un encanto peculiar.
- Propiedad. Para muchos esto es importante: si compras un producto físico es tuyo (para prestarlo, regalarlo, conservarlo o revenderlo). No obstante, muchos productos digitales son en realidad licencias de uso, por lo cual no siempre eres el dueño de tus copias digitales, pero sí de los impresos.
- Portadas. Parece simple e inútil, pero es muy cierto: aunque no debemos juzgar un libro por su portada, hay más de unos cuantos casos en los que alguien se interesó en el libro que vio a alguien más leer debido a que era una copia física con portadas. En ocasiones esto ha ayudado a iniciar amistades o romances que un lector electrónico no facilitaría.
En pocas palabras, leer, sin importar dónde, es similar, pero los libros electrónicos integran muchos aspectos de la lectura y el análisis de manera sencilla y ligera, como las anotaciones, los diccionarios e incluso el tamaño de la tipografía. No obstante, The Guardian reportó una baja en las ventas de e-books. ¿Qué nos esperará en el futuro?