«¿Qué demonios es el día de la toalla?» o «¡No inventes que hay un día de la toalla!» son frases comunes que escucho cuando hablo del tema. Pues sí, lo hay y es mundial: sucede el 25 de mayo de cada año desde 2001 y lo celebramos un grupo considerable, pero muy diluido en el mundo, de lectores de Douglas Adams.
«¿Quién carajos es Douglas Adams?»
Fue. Tristemente ya no es. Pero a la vez sigue siendo. Y seguirá. Y su muerte es el motivo del día de la toalla. Fue un escritor británico con un gran sentido del humor. Su obra más popular es la radionovela / trilogía de cinco novelas / serie televisiva / película «La guía del viajero intergaláctico» (The hitchhiker’s guide to the galaxy, abreviada como H2G2). Recientemente Netflix adaptó a televisión las aventuras de su personaje Dirk Gently (de otra serie de novelas) en una serie magnífica que cancelaron después de dos temporadas.
Su humor era absurdo y magnífico. Su uso del lenguaje era cuidadoso y fascinante. Tanto que nos dejó con risas eternas. Nos dejó el 11 de mayo de 2001. Repentinamente.
«¿A quién se le ocurrió crear un día de la toalla»
Dos semanas después de su muerte sus fanáticos decidieron conmemorar su vida y obra; así se instauró el primer Día de la toalla. Pero la genialidad detrás de ello es de Adams. En su serie más famosa, H2G2, la guía homónima a la que hace referencia el título, incluye información sobre la importancia de no perder tu toalla de vista.
Sería inútil explicar el chiste. Basta decir que es una broma recurrente en la serie y que las toallas son muy útiles. Fuera de broma: carga con una y de pronto verás cuánto te sirve, y poco a poco, te preguntarás por qué no lo hacías antes.
«¿Por qué celebras un día de la toalla?»
¿Por qué no te unes y lo celebras conmigo? En serio, te invito. Estoy tecleando estas palabras la madrugada siguiente del día de la toalla de 2020. Lo hago así por desidia, pero decido creer que lo hago tarde en honor a Adams, quien siempre dijo que amaba las fechas de entrega y el sonido de «whooosh!» que hacían al pasar.
Lo celebro porque Douglas Adams me ha hecho reír como ningún otro autor. No son risas leves, sino carcajadas a medio vagón de metro, en hora pico de regreso a casa. Alegría genuina al leer sus ingeniosas palabras para contarme cosas tan simples como, sus paseos escolares de secundaria, sus reseñas de dispositivos electrónicos o sus viajes a ver animales en peligro de extinción.
«¿Por dónde empiezo a leer a Adams?»
Por donde quieras, de verdad. Como te habrás dado cuenta, disfruto aún más sus textos no ficticios que su ficción (y vaya que amo sus novelas). Mi favorito es «El salmón de la duda»: me lo regaló mi mejor amiga y vaya que me hizo feliz. Es una colección póstuma de anécdotas, reseñas y otros textos. Es una colección de dicha y de risas que espero te haga muy feliz.
Y si te preguntas cómo puedes celebrar el día de la toalla el próximo año: solo no pierdas de vista tu toalla, lee algo que disfrutes mucho y sé feliz. Si lo último es difícil, por lo menos permítete escapar un rato y ¡que no cunda el pánico!