La lectura como pasatiempo es un lujo que en México ha costado trabajo popularizar debido a muchos retos que enfrentamos. Desde la niñez no se hace una costumbre por carencias obvias. Y dudo que este sea un problema exclusivo de México, pero sí se acentúa mucho por la desigualdad del país. De acuerdo con las cifras recientemente publicadas del 2019 de la World Inequality Database, como región Latinoamérica es especialmente desigual.
No solo eso: Chile, México y Brasil ocupan los 3 primeros lugares (en ese orden) en desigualdad y los datos son alarmantes:
- En la región, el 10% más rico concentra el 54% de los ingresos.
- En México, el 10% más rico tiene el 58% de los ingresos.
- El 50% de la población más pobre en México percibe menos del 10% de los ingresos.
Esto se suman a problemas de racismo, clasismo y sexismo muy fuertes en México, que tienen relación directa con el acceso a vivienda, educación y trabajo de calidad. Una vida digna parece un lujo, no un derecho.
¿Qué tiene que ver todo esto con el lujo de leer?
Pues quién va a tener dinero o tiempo para leer si el trabajo es precario, está lejos y es agotador. ¿No me crees? Sí, la lectura es un placer, pero no es tan accesible cuando el sistema educativo no la fomenta adecuadamente desde lo más básico: según el INEGI en 2015 el 5.5% de la población mayor de 15 años del país no sabía leer. Y esto da por hecho que el español es la regla: el Estado mexicano no solo se ha olvidado de las lenguas indígenas, sino que activamente ha buscado su desaparición, como señala Yásnaya Elena Aguilar Gil en su ensayo «Nosotros sin México».
El abandono de poblaciones varias por parte del Estado y los salarios bajos son suficiente razón para no tener tiempo para leer. A eso tenemos que añadir en qué usamos el tiempo. Trabajamos más que en ningún otro país miembro de la OCDE: 2255 horas al año, con vacaciones miserables y sueldos precarios. Y de acuerdo con la Encuesta Origen Destino en Hogares de la Zona Metropolitana del Valle de México (EOD) 2017:
- 26.7% de los viajes en la región se hacen al trabajo.
- El promedio de viajes hacia el trabajo desde la Zona Metropolitana del Valle de México y la CDMX es de 57 y 54 minutos respectivamente. La recomendación ideal de expertos en todo el mundo es que no supere los 30 minutos.
- Los viajes de regreso a casa (desde cualquier destino) disminuyen 10 minutos en promedio.
Es decir, que en México nos tardamos muchísimo en ir a trabajar y regresar: gastamos alrededor de 2 horas del día en traslados hacia y desde el trabajo en las zonas de mayor densidad poblacional. Eso suma otras 520 horas al año destinadas a actividades relacionadas con el trabajo. Sin mencionar que en los peores sitios hay gente que tiene que cubrir turnos de hasta 10 o 12 horas.
Alrededor del 30% del tiempo del año lo destinamos a trabajar (si solo tenemos un trabajo con una sola jornada de 8 horas). El descanso y el ocio son necesarios. Pero con todo esto, quién va a gastar tiempo y dinero en libros, si no cuenta con ellos, y no tiene un acercamiento amigable a los mismos. Sabemos que el tiempo libre es un lujo en este país (y otros de Latinoamérica y el mundo) cuando debería ser un derecho humano garantizado, con protecciones legales sólidas.
Hay algo de esperanza
La era digital ha puesto muchos recursos disponibles de forma gratuita o sencilla. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet, el 71% de la población mayor de 6 años de México tiene acceso a Internet y el 92% de estas personas lo hacen con un teléfono inteligente. Falta mucho por hacer, pero ya es un avance (y el crecimiento es acelerado).
Por lo tanto los recursos gratuitos para leer son indispensables. Una gran fuente es Project Gutenberg. Es un sitio lleno de libros en múltiples formatos digitales e idiomas: todos son legalmente gratuitos para su descarga y distribución. Esto facilita la lectura incluso durante algunos traslados (aunque la inseguridad vuelve lo prohibitivo en muchas partes del país) y la distribución de textos. Una buena noticia es que los archivos de textos como los libros, son pequeños por lo que incluso las conexiones más limitadas (como las gratuitas públicas) no tienen problema al descargarlos.
Otro dato importantísimo es el de las bibliotecas públicas. Los datos oficiales del gobierno mexicano indican que hay 7,463 bibliotecas públicas en el país. Claro que la oferta, cantidad y calidad de ejemplares varía mucho de una a otra, pero son un aspecto importante para acceder sin costo a libros de todo tipo. A ellas habría que sumar las de embajadas, centros culturales, diversas ONG e instituciones académicas. Casi todas permiten el acceso y la consulta a todo público (sus restricciones se relacionan más con el préstamo de libros).
También puedes donar a organizaciones que apoyen la alfabetización y la educación de personas de todas edades. No me atrevo a recomendar alguna en específico porque no las he investigado a fondo, pero búscalas, conoce sus actividades y la evidencia de como ayudan, y apóyales. Ayudemos a reducir la brecha en la lectura para que leer no sea un lujo.
Y finalmente puedes ayudar a alguien a iniciarse en la lectura. Compártele de tu pasión. Platícale de los libros que te han enamorado y los personajes entrañables que conoces. Puedes cambiar la vida de alguien.