Sí, soy consciente de la ironía de escribir algo dirigido a quienes no leen. Yo no leía nada. Más de la mitad de mi vida no leía un libro entero ni bajo amenaza. Claro, lo hice con algunos fragmentos y un par de libros completos por obligación, pero no hallaba placer suficiente en la lectura para hacer de ella un hábito como el de ver películas o jugar videojuegos. Como muchas personas en México, mi contacto inicial con los libros fue a través de la escuela, por lo que los relacionaba con obligación y tedio.
Además, si hablamos con sinceridad, los programas educativos actuales tienen severos problemas. Si bien los libros de lectura de la Secretaría de Educación Pública (SEP) son adecuados para cada año de primaria, hay dos problemas comunes:
- Muchos profesores los ignoran y en casa no hay motivación para leer por gusto esos cuentos y fragmentos.
- La secundaria es un desastre. La SEP debería ser reforzada para atender las necesidades de materiales para estudiantes de secundaria.
Aunado a esto, es común que muchos profesores de secundaria (y a veces en primaria) obliguen a que niños y niñas se enfrenten a «La Odisea» o al Quijote. Esto sucede a una edad en la que por lo general no cuentan con los recursos para disfrutarlos, ni el interés para leer más de diez tres páginas. Todo esto solo porque son clásicos. No sorprendería que haya niños y niñas que piensen «si estos son los buenos y son aburridos, no quiero aventurarme con los malos».
Flojera de leer
Los libros me daban flojera. Leí tres volúmenes de Harry Potter después de ver la primera película en 2001. Los amé. El cuarto me pareció demasiado largo y me dio flojera. ¿Por qué leer cuando puedo [inserta tu pasatiempo favorito más divertido que leer]? Si piensas así, es común. Si quieres cambiarlo, anímate a leer.
Yo empecé con nada más y nada menos que… «Juego de tronos«. Sí. Vi las primeras dos temporadas de la serie. Me encantaron, y quise leer los libros. Por otro lado necesitaba practicar inglés pues llevaba varios años sin clases formales. Esto no fue mala idea pero me hizo leer muy lento. Sin embargo lo disfruté.
Elige el libro y el idioma que te acomode. No recomiendo hacer lo que yo hice: empecé con libros muy grandes y en otro idioma. Me tomaron mucho tiempo y, como era de esperarse, hice una pausa en la serie. Pero el objetivo se logró: me encarreré y en lugar de que esa pausa fuera «ya no leo», solo fue un «ahora qué otra cosa leo».
¿Por cuál libro empiezo?
El que quieras. ¿Obvio, cierto? Para elegirlo intenta probar con tus intereses en otras áreas:
- Si usualmente te gusta aprender sobre historia, considera una novela histórica o una biografía de alguien que te parezca interesante.
- ¿Quieres aprender a vivir? Lee a Clarice Lispector.
- ¿Te da curiosidad la física? Michio Kaku es un gran divulgador de ciencia que toca temas que van desde la mente humana hasta la tecnología de Star Trek.
- Si solo te quieres reír y relajar en tus ratos libres, prueba con Douglas Adams (cualquier título).
- Si te encantan las películas de intriga prueba con algo de John Grisham o Gillian Flynn: tienen textos actuales y muy ágiles.
- ¿Has visto series o películas adaptadas de libros? Intenta leer los originales. La familiaridad con la historia te hará avanzar más rápido si es tu primer libro, en lugar de sentirte en terreno totalmente desconocido. Desde «El resplandor» y «El padrino», hasta «Juego de tronos» y «The expanse», hay para todos los gustos.
- ¿Te gustan los mitos de alguna cultura particular? Últimamente ha habido reinterpretaciones contemporáneas como «Circe» de Madeline Miller o «Mitos nórdicos» de Neil Gaiman.
- Otra opción es empezar con antologías de cuentos como «Final del juego» de Cortázar o Ficciones de Borges. Así puedes leer una historia completa en cada sesión y tener un buen ritmo de lectura.
Consideraciones básicas
Se vale dejar un libro a medias. O dos. O cincuenta. Solo no te rindas en encontrar el libro que amarás como jamás lo imaginaste. Es importante que entiendas que te enfrentarás a algo nuevo: no hay prisa. Lee a tu ritmo y lee lo que quieras.
No te presiones. Si un día avanzas solo dos páginas, ¡genial!, son dos páginas que no habías leído ayer. Si ves que hay quienes hacen retos de lectura y dicen que leen 50 o 100 libros en el año y tú lograrás leer dos, qué importa: no te compares con nadie. Muchas personas que usamos herramientas como los retos de lectura lo hacemos para tratar de mantener un ritmo (ni loco logro algo cercano a 50 libros) o como una meta personal. Si ves a alguien que presume eso, compadécete porque debe se triste su vida.
Lee lo que te llame la atención. Elígelo por la portada. Escógelo porque te lo recomendó tu mejor amiga. Cópiale a tus papás o a tu hermano. Lee porque lo puso en instagram alguien a quien admiras. Haz lo que sea. Lee lo que quieras e ignora el elitismo de quienes te digan que tal o cual cosa es mala. Tal vez llegue un día en el que te den genuina curiosidad esos viejos clásicos que muchos admiran. Pero a menos que te estés retando o leyendo por una razón distinta al mero placer, lee lo que quieras. Pero lee.