Los géneros, tanto temáticos como literarios, son útiles para catalogar lo que nuestra especie de primates ha puesto con tinta en papel (y paredes, pisos, pieles, etc.). No obstante son un tanto inútiles cuando nos topamos con aquello que no encaja ahí. Más bien es inútil querer encajonar todo en un género. Las novelas son uno de tantos casos.
Cuando pensamos en «libros», es usual imaginar novelas. Si te preguntan «¿cuál es tu libro preferido?», probablemente consideres una de ellas. Y no es tu culpa, su formato se ha prestado para que el mercado las aproveche, pero no siempre fue así. Y es importante recordar que hay mucho que leer más allá de las novelas.
Mencioné los géneros porque las novelas no surgieron por arte de magia. Sus antecedentes están en la tradición oral, la poesía épica, los romances y las historias serializadas. Así que vamos por partes.
ADVERTENCIA: la siguiente sección abunda en reduccionismo, y eurocentrismo.
La historia de las novelas
Toda nuestra literatura tiene como antecedente la tradición oral de cada cultura del mundo. Antes de preservar el conocimiento de forma impresa, se hacía de manera oral: desde pláticas, hasta ceremonias con música. No habría libros, pero siempre había personas muy preocupadas que pensaban «pero, ¿y las criaturas?».
Después hubo quienes creyeron que era buena idea manchar o tallar superficies con formas que equivalieran a sonidos (gran logro de la humanidad). Algunos de los primeros escritos de hecho fueron listas de productos, censos e inventarios. Pero también hubo quienes decidieron que en lugar de documentar cosas reales, valía la pena llenar el mundo de mentiras entintadas. Así nació la literatura (ya sé, ya sé).
Entre las primeras cosas que se escribían en cuanto a literatura, eran precisamente las historias que antes se recitaban, contaban, cantaban y ritualizaban. Por tanto no es raro que entre los textos más antiguos conocidos estén textos religiosos como los Textos Piramidales de Egipto o las Instrucciones de Shuruppak de Sumeria.
Después vinieron más cosas y llegamos a las grandes épicas como el Mahabharata y partes de La Torá. Estas épicas aparecieron durante varios siglos y muchos son textos fundacionales de algunas culturas. Es decir, pueblos que forjaban su identidad, tomaban como una combinación de su historia, arte y cultura ciertas historias. Por ello el Cantar de lo nibelungos y el Cantar del Mío Cid pertenecen al mismo género, pero son mucho más modernas.
En esta muy reducida historia de la literatura, llegamos a los romances. Uno de tantos géneros populares, entre la nobleza, porque ni creas que los súbditos tenían acceso a leer; mucho menos a comprar libros. Narraban historias de aventuras de caballeros valientes y doncellas en peligro. Su mayor logro fue fastidiar a Miguel de Cervantes Saavedra, quien se dedicó a mofarse de los romances de caballeros en su famosa novela «Don Quijote de la Mancha». De hecho esta se considera la primera novela moderna.
Como dije, los límites entre los géneros son difuminados, pero muchos consideran esta como la primera novela moderna. Si bien fue publicada en dos partes y es muy divertida (aunque los niños de secundaria en todo México difieran), el modelo de publicación de novelas ha variado mucho.
Muchas novelas que conocemos hoy en día, fueron originalmente publicadas por partes en revistas de publicación semanal o mensual.
Más allá de las novelas
Es importante destacar que no todo son novelas. Su prevalencia en el mercado se debe a varios factores como su extensión y costo de producción, almacenaje y venta.
Pero hay mucho más que leer. Hay antologías de cuentos o cuentos por sí solos. Hay poesía. Hay canciones. Hay textos que experimentan con una mezcla de varios géneros y no caben en ninguno.
Lo común de las novelas ha alejado a algunas personas de la lectura. Se perciben como historias largas y muchas veces obligadas. A muchos niños y adolescentes se les obliga a leerlas, en lugar de introducirles a la lectura con textos que sean de su agrado y más breves. Y ¡ay de quienes digan que no les gusta tal o cual título, porque se les crucifica! Es importante reconocer, recordar y recomendar otros formatos para acercar a más personas a la lectura.
Más allá de la literatura
Asimismo hay textos que ni siquiera son literarios. El periodismo, que engloba múltiples géneros (nota, artículo, reportaje, etc.) que van desde unas cuantas líneas hasta libros enteros es un gran ejemplo. Trata de informar, sí, pero también de cuestionar e investigar. Una noticia de un acontecimiento repentino y breve, no es igual que un reportaje que involucra a varios periodistas que colaboran por semanas.
Otro gran ejemplo es el de los textos académicos y de divulgación. Estos también pueden ser hermosos y tienen un lugar enorme en nuestras historias y culturas, y también cuentan sus propias historias.
No es coincidencia que incluso la mercadotecnia se enfoque desde hace años en el «storytelling». Contar historias es una forma en que las personas nos relacionamos y nos conocemos. Las novelas no son la única forma de hacerlo. Tampoco tienen nada de malo, solo que recientemente ha resultado un formato ideal para la comercialización de libros. Lee novelas. Lee otras cosas. Lee de todo.