PJ Harvey ha escrito por muchos años. Tanto composición musical como letras de canciones, es lo que nos ha dado por casi 30 años. No obstante fue hasta hace poco que publicó por primera vez un libro: «El hueco de la mano». Es una colaboración de poesía y fotografías. Las palabras son de Harvey, mientras que las imágenes de Seamus Murphy. Se complementan, pero cada autor podría haber hecho lo suyo y no valdría menos.
El proyecto nació en parte por la inquietud de Harvey por tocar uno de los temas que por desgracia son más comunes para la humanidad: la guerra. Harvey y Murphy viajaron a Kosovo, Afganistán y Washington D.C.; tres sitios que han tenido relación constante con los efectos de los conflictos armados.
La maravilla del escaso contexto que nos da PJ Harvey
Cada uno de estos lugares es una de las tres partes en las cuales se divide el libro. En cada una están primero los poemas de Harvey y luego las imágenes de Murphy. Cada uno de los textos refleja un momento. Algunos cuentan una historia, pero uno de los puntos más fuertes de su poesía es la ausencia de contexto. Sabemos dónde sucede. Sabemos que ella lo vive. Sabemos que trata sobre la guerra y sus consecuencias. Nada más es necesario.
Algunos tal vez quieran más. Se preguntarán quién es la señora que carga unas llaves y no les permite la entrada a una iglesia. O en qué condiciones viven los niños que juegan en la rueda. Si esto sirve para motivar a los lectores a buscar información y tomar acciones para ayudar a quienes más lo necesitan, qué mejor que eso. Si ayuda a algunos más a sensibilizarse ante desplazamientos forzados y tragedias humanas, será bello. Pero los poemas en sí mismos no requieren más. Datos adicionales sobrarían.
Los momentos y las impresiones que Harvey escribió son como fotografías. No suceden durante más de unos instantes ni reiteran detalles. No dicen más de lo necesario: dicen suficiente. Sabemos que el tema central es la guerra y sus consecuencias para quienes la sobreviven. Por tanto es suficiente leer un poema sobre las fotos de quienes fueron arrebatados por el conflicto, para dolerse con sus familiares y agradecer, quizá con egoísmo, que no lo hemos vivido en carne propia.
Claro, cada persona valorará de manera diferente cada poema. Tal vez para algunos Washington D.C. sea el lugar con el cual familiaridad es mayor; mientras que para otros, el contraste de las calles de Afganistán con su cultura un tanto ajena, serán el sitio perfecto para hallar empatía y descubrirse a sí mismos en aquellos detalles que nos hacen humanos. Si quieres leer algunos de los poemas del libro, hay una muestra en el sitio oficial de la artista.
Por su parte, las fotografías de Murphy en ocasiones nos recuerdan a algunos de los poemas de la misma sección, pero la mayoría cuentan sus propias historias. La composición de cada una es excelente y aunque los motivos varían, todas reflejan lugares después de que pasaron los seres humanos por ahí.
Después de terminar este libro, lo único que espero es escuchar la noticia del siguiente libro de PJ Harvey. Mientras tanto, a escuchar «Stories from the city, stories from the sea».